CESAR HAZAKI-TOPIA-
¿De
dónde vienen los niños?
Por
muchos años se trató de ocultar el origen de los niños, es decir,
se omitía que es consecuencia del coito de los padres. En el saber
popular han existido múltiples cuentos o mitos que separaban la
sexualidad del nacimiento de un bebé. Por ejemplo, los padres
mandaban una carta a París y la cigüeña traía desde allí al
niño. Lo dejaba en el patio lejos del lecho conyugal, no deja de ser
gracioso que la capital francesa sea conocida como “La Ciudad Luz”.
En otras versiones los padres sostenían que el niño llegó dentro
de un repollo. En las épocas en que el pudor imperaba, este tipo de
explicaciones eran las que se les daba a los niños ante el
advenimiento de un hermano. Durante mucho tiempo fue difícil digerir
culturalmente la relación entre la procreación y la sexualidad de
los adultos, en dichos momentos la magia como explicación sustituyó
la verdad.
La procreación fue empujada históricamente
por los poderes de turno hacia “una fábrica de hijos” que
respondiera a sus intereses desde el momento mismo del
nacimiento
Los grandes avances de la libertad sexual han logrado
que las informaciones sean más claras, las mismas permiten a los
niños entender tanto cómo se gestó su llegada, como así también
de dónde vienen sus hermanitos. Consecuencia de esto, las familias
tienen mayor posibilidad de decir la verdad sobre la procreación,
pese a ello las nuevas formas médicas de la gestación han traído
otros inconvenientes. Por ejemplo: la llegada de Elisa al mundo fue
muy difícil, era la menor de tres hermanos. Su hermano mayor le
lleva siete años, el que le sigue, otro varón, cinco. Desde el
nacimiento del segundo varón la pareja quería tener una hija mujer,
estaban confiados dado que los dos primeros embarazos llegaron
rápido. Convencidos los progenitores, esperaron tranquilos nueve
meses y luego se dieron a la búsqueda. Ahí ocurrió lo inesperado,
algo que derrumbó la confianza: pasaron dos años de frustraciones
dado que el ansiado embarazo no llegaba. No existían razones médicas
que explicaran los motivos de la dificultad, luego de largas
cavilaciones y varias consultas tomaron la decisión de iniciar una
gestación por medios médicos.
Las primeras búsquedas fueron
infructuosas, finalmente un tratamiento in vitro fue exitoso. Elisa
nació y se desarrolló bien. Han pasado ya muchos años del
nacimiento, Elisa es descripta por sus padres como una niña curiosa
y rebelde que nunca da un tema por cerrado. Pese al éxito del
tratamiento y el amor que los padres sienten por la niña, la familia
ha guardado bajo siete llaves la manera en que fue gestada. Elisa y
sus hermanos todavía nada saben sobre cómo fue el embarazo de la
niña. Es evidente que se constituyó un secreto, el mismo expresa
algunos de los conflictos que este tipo de proceso médico puede
acarrear. El paso del tiempo ha hecho cada vez más difícil hablar
del tema entre los padres y los hijos. Además, la pareja tiene
todavía guardados varios embriones con los que no sabe qué hacer,
cada vez que toman estado público errores en las clínicas
especializadas donde se mezclan, equivocadamente, óvulos y
espermatozoides que no pertenecen a la misma pareja una inquietud
incontenible surge en los padres de Elisa.
Los chinos vienen
llegando
El ejemplo de Elisa muestra cómo la medicina va
desarrollando caminos hacia el futuro en la procreación de seres
humanos. Nada detuvo al chino He Jiankui cuando creó los primeros
bebés modificados genéticamente, sabiendo que violaba normas éticas
que prohíben este tipo de manipulaciones genéticas con embriones.
En noviembre del año 2018 informó cómo manipuló embriones
humanos. Se trató de las gemelas Lulú y Nana. Las niñas fueron los
primeros seres humanos cuyo genoma fue editado en un laboratorio. La
manipulación genética tenía por objetivo proteger a las niñas del
virus del sida. He Jiankui explicó que los progenitores de Lulú y
Nana tenían el virus. Esto no terminó allí, al año siguiente He
Jiankui dio a conocer que una tercera niña nació bajo las mismas
condiciones. Esto trajo grandes discusiones entre los investigadores.
Muchos de ellos denuncian lo hecho por He Jiankui y su equipo, lo
asimilan a los crímenes de guerra que, con la excusa del
mejoramiento de la raza aria, desarrollaron los médicos nazis
durante la Segunda Guerra. He Jiankui fue condenado, según informa
el diario El País, a tres años de prisión y a pagar una multa de
430.000 dólares. Al cumplir su condena prometió que no iba a
trabajar más con embriones y que dedicará sus investigaciones a las
enfermedades de niños y adolescentes, para ello está intentando que
Alí Baba y otras empresas chinas inviertan en sus nuevos proyectos,
lo que demuestra los poderosos intereses económicos que se mueven en
estas investigaciones genéticas con niños y adolescentes. En este
sentido es muy clara la posición del consejo Asesor de Ciencia de
las Academias Europeas sobre las investigaciones de He Jiankui:
“Plantean muchas cuestiones importantes, incluyendo los riesgos de
edición inadecuada o incompleta, la dificultad de predecir efectos
dañinos, la obligación de considerar las implicancias tanto para el
individuo como para las futuras generaciones que llevarán las
alteraciones genéticas, y la posibilidad de que los mejoramientos en
subgrupos de la población podría exacerbar desigualdades sociales o
ser usados coercitivamente” (negritas nuestras). Es decir: informa
que el conocimiento del método de realización ya está resuelto y
al mismo tiempo se alerta sobre las consecuencias, pero nada parece
detener el advenimiento de los úteros artificiales y sus complejas
consecuencias. Vamos hacia una reproducción humana que, como
mercancía salida de una máquina, será una mercancía más en el
mercado de la procreación, como dice Paula Puebla: “De fondo, lo
que persiste es una guerra por la maternidad, una que resignifica el
proyecto de traer un hijo al mundo y el fraseo cada vez más habitual
de hacerlo “a cualquier costo”, con la manipulación de embriones
en el laboratorio podemos ver cómo las investigaciones avanzan hacia
el desarrollo de úteros artificiales.
El sueño burgués del
hombre máquina se potencia con estos desarrollos de los úteros
artificiales, de esta forma el modelo del hombre máquina de la
burguesía (el trabajador) sube la apuesta y se va convirtiendo en la
máquina que hace nacer hombres
El útero artificial
El
sueño tecnológico de construir úteros artificiales viene desde
lejos. De las utopías venidas del Renacimiento “se destaca, entre
otros, Francis Bacon (1561-1626), que propuso el método inductivo
para el descubrimiento de la verdad, padre del empirismo e impulsor
incansable de las posibilidades del método científico. En su texto
inacabado Nueva Atlántida insistió en las nuevas posibilidades que
traía la tecnología. Con dispositivos tecnológicos, las cavernas,
que no solo impedían la muerte, hacían del humano un ser en
permanente mutación: transformación genética, úteros
artificiales, clonación de personas, etc. Experimentos para
iluminarnos en lo que pueda ser trabajado en el cuerpo
humano.”1
Probablemente la idea de Francis Bacon de construir
un útero artificial haya comenzado a germinar en los tiempos
pretéritos en que la madre era lo único cierto del nacimiento de un
bebé, mientras que el padre no lo era. Dura condición que los
varones jamás aceptaron. En el caso de los embarazos, según Engels,
los varones trataban de quitar poder a las mujeres. Es que la
imposible certidumbre sobre el verdadero padre dio un poder enorme a
las mujeres en el mundo antiguo y un gran miedo de los varones. El
embarazo legalizaba el origen del hijo.
El útero artificial
tuvo su primera realización a mediados del siglo XX, el doctor
Emanuel M. Greenberg inventó y patentó un útero artificial. Esto
ocurrió en Nueva York y llama la atención que ocurriera en esos
años en que la sociedad norteamericana estaba en un enorme proceso
de gestar niños el que se conoció como el fenómeno baby boom luego
de la Segunda Guerra Mundial. Es decir que el doctor Greenberg
parecía ir a contracorriente.
Este proceso de inventar úteros
artificiales comienza a hacerse realidad y trae numerosas novedades a
la procreación de seres humanos, Greenberg y otros investigadores
anticiparon un futuro que hoy día se hace mucho más cercano, lo que
pone sobre el tapete que habrá embarazos que se desarrollarán
dentro de estas máquinas placentarias. Niños que serán cyborgs
desde su procreación y su desarrollo será de las lógicas de
producción en líneas de montajes. Nacerán gestados dentro de
dispositivos tecnológicos, con placentas artificiales, operados por
inteligencia artificial. Serán seres hibridados con la tecnología
desde su concepción. Esto demuestra que el desarrollo
tecnocientífico viene preparando la salida de la gestación del
cuerpo de la mujer hacia dispositivos externos que suplirán el
embarazo dentro del cuerpo humano. La tecnología será la manera en
que la gestación saldrá del cuerpo de la mujer e irá hacia un
dispositivo externo. Teniendo en cuenta el debate sobre el
decrecimiento de la tasa de natalidad en todo el mundo es predecible
que los úteros artificiales avancen a paso acelerado, mostrando que
la fábrica de niños se expande hacia fuera del cuerpo y afianza el
gran negocio mundial de la procreación.
Estas investigaciones
sobre úteros artificiales con sus placentas tecnológicas van
creciendo en diversas partes del mundo. Por ejemplo, en la
universidad de Eindhoven, en los Países Bajos, desarrollaron un
útero artificial que tiene como objetivo que el bebé evite los
largos períodos en la incubadora, permitirá que el bebé prematuro
crezca en un medio más favorable. Se estima que estará listo para
dentro de siete años. No son los únicos, en Israel, en China, en
India, para mencionar algunos países, existen proyectos de este tipo
que tienen suficiente presupuesto para seguir adelante en sus
investigaciones.
La periodista Ana Higuera informó que China
viene desarrollando un dispositivo tecnológico capaz de gestar
embriones humanos fuera del cuerpo humano, por supuesto, el
dispositivo posee una inteligencia artificial que vigila
constantemente el crecimiento y alerta sobre las dificultades que
puedan surgir. Este desarrollo nos recuerda a Hall la computadora del
film 2001 Odisea del Espacio que opera y domina la nave espacial un
inquietante ojo controlador que enloquece de celos y se dispone a
matar a los astronautas.
La información nos lleva a la
gestación manipulada genéticamente: esta tecnología puede
clasificar a los embriones por sus posibilidades de desarrollo. Lo
que en el monte Taigeto realizaban los sacerdotes espartanos para
evaluar si el niño era sano o no, de considerarlo débil o
defectuoso, no apto para el ejército, lo arrojaban al vacío. No se
nos escapa que estos úteros artificiales al permitir evaluar futuros
desarrollos del feto puedan hacer lo mismo que los sacerdotes
espartanos: el derecho a la vida del bebé estaría en manos de la
inteligencia artificial dirigida por los emporios de investigación
médica.
En el caso del útero artificial chino es un desarrollo
que pertenece al Instituto de Ingeniería y Tecnología Biomédica de
la ciudad de Suzhou. Sus investigadores en unos papers que dieron a
conocer afirman que: “esta tecnología no solo ayudaría a
comprender mejor el origen de la vida y el desarrollo embrionario de
los seres humanos, sino que también proporcionaría una base teórica
para poder resolver anomalías congénitas y otros problemas
importantes de la salud reproductiva”. Agregando que: “Podría
eliminar la necesidad de que las mujeres tengan que llevar a sus
embriones durante nueve meses en su cuerpo.”
Silvia Federici
viene en nuestra ayuda para advertirnos sobre el canto de sirena
tecnológico: “Pero la fecundación in vitro (FIV), el cribado
genético y otras tecnologías reproductivas están allanando el
camino para la creación del útero artificial. Algunas feministas
pueden estar de acuerdo. En la década de 1970, las feministas en la
línea de Shulamith Firestone (autora del libro: La dialéctica del
sexo: en defensa de revolución feminista) encomiaban el día en que
las mujeres se liberarían de la procreación, que ella consideraba
la causa de toda una historia de opresión. Pero esta postura es
peligrosa. Si el capitalismo es un sistema injusto y explotador,
resulta preocupante pensar que los planificadores capitalistas
pudieran ser capaces de producir seres humanos diseñados según sus
necesidades. No deberíamos subestimar este peligro.”2
Quitado
el sentido superyoico de la gestación como una obligación y un
castigo para las mujeres, recordemos el mandato bíblico: “tendrás
tu hijo con dolor”, es necesario remarcar que la procreación fue
empujada históricamente por los poderes de turno hacia “una
fábrica de hijos” que respondiera a sus intereses desde el momento
mismo del nacimiento. En la historia humana fue constante el llevar a
las mujeres hacia la condición de ser esposa y madre, subordinarlas
al poder del capitalismo y el patriarcado. De esta manera el cuerpo
de la mujer fue desde hace mucho un enemigo a doblegar por la
burguesía, insistimos que parte de esta lucha fue seguir quitando la
certeza de que la única que tenía un poder central era la mujer. De
esta manera, al cuerpo femenino se lo consideró generador de
peligrosas rebeldías que siempre hubo que encauzar, no hay más que
recordar la caza de brujas.
El sueño burgués del hombre
máquina se potencia con estos desarrollos de los úteros
artificiales, de esta forma el modelo del hombre máquina de la
burguesía (el trabajador) sube la apuesta y se va convirtiendo en la
máquina que hace nacer hombres. Este desarrollo al servicio de los
intereses de turno, de acuerdo a la historia de la humanidad, busca
procrear seres subordinados a su poder y que sean reproductores de su
ideología.
Es decir que todas estas producciones primero
conducen a que los desarrollos tecnológicos fascinen e impacten y
nos lleven todo el tiempo hacia una relación con la tecnología
teñida por la magia, es decir, que obstaculicen e impidan el
pensamiento crítico. Remarquemos un detalle importantísimo que
marca Federici: “resulta preocupante pensar que los planificadores
capitalistas pudieran ser capaces de producir seres humanos según
sus necesidades.” Es decir que las planificaciones de los grandes
capitales existen, claro no son uniformes y luchan entre ellas, pero
su propia voracidad y competencia lleva al desastre: el calentamiento
global, al consumismo, a contaminar y hacer desaparecer el agua. En
este contexto la reproducción humana dentro de úteros artificiales
trae una gran pregunta: ¿Qué hombre quieren planificar y para qué?
¿Qué impide que estas fábricas de seres humanos conviertan a los
bebés desde el inicio de la gestación de acuerdo a las necesidades
de las empresas y los estados que son dueños estos úteros? Como
sostiene Federici: “el capitalismo necesita trabajadores y también
necesita consumidores y soldados.”3 Recordemos que la producción
de personas que elimine todo tipo de diferencias fue el proyecto del
nazismo que trató de poblar Alemania y toda Europa con arios para
sostener el “imperio de mil años”. ¿No corremos el riesgo de
nuevos cuentos de zapallos y cigüeñas disfrazados de maravillas
tecnológicas que nos hagan perder el pensamiento crítico necesario
para comprender estos desarrollos? ◼
César
Hazaki
Psicoanalista
cesar.hazaki@topia.com.ar(link sends
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Notas
1 Hazaki, César, “El otro, un
androide”, revista Topía, Nº 92, Agosto 2021.
2 Federici,
Silvia, Ir más allá de la piel, Tinta Limón, Buenos Aires, 2022.
3
Federici, Silva, op. cit.