Psiquiatría crítica y transgenerismo Por Candela Aguilar
PROLOGO DE Osvaldo Buscaya a) {Como ya
defendí en otro artículo, la ideología
transgenerista ha penetrado con fuerza en los movimientos de activismo
por la salud mental, aquellos que defienden los postulados de una
psiquiatría crítica centrada en las necesidades del
paciente y no tanto en el diagnóstico. Pero lo más
sorprendente de todo esto es que el transgenerismo y la
psiquiatría crítica son tan contrarios como juntar el
agua y el fuego y en este artículo quiero poner sobre la mesa
datos que corroboren lo que defiendo.} Pues, la objeción principal
contra mi teoría de una irresoluble perversión del
varón será, quizá, la de que tal conducta
transexual ecuménica perversa masculina, tan frecuente,
sería un exagerado error siendo en realidad, el varón,
“destinatario” de una actitud “ejecutiva”
socialmente aceptada. Así, pues, su aparición en los
casos de ejercer sometimiento, abuso, violación, femicidio,
“transgenerismo”, etc., no probarían su cualidad
perversa. A esta objeción he de responder, en primer lugar, que
dada la extraordinaria frecuencia reconocida de la civilización
transexual ecuménica perversa patriarcal, en la
resolución de “conflictos” y especialmente a
través de una evolucionada destrucción del feminismo, no
era de esperar el descubrimiento de un factor que sólo raras
veces se diese; en segundo, que el hecho de descubrirse en una
investigación etiológica el factor etiológico con
mayor frecuencia que su efecto, constituye precisamente el cumplimiento
de un postulado de patología, ya que para que dicho efecto se
produzca pueden ser precisas otras condiciones –
propensión, agregación de la etiología
específica, apoyo de otras influencias innocuas de por sí
– y por último que la detallada
“clasificación” de casos de pederastias, violadores,
“transgenerismo”, etc., a la emergencia de la
perversión del varón demuestra inequívocamente su
irresolución y ambigüedad sexual. Sabemos muy bien que, con
la irresoluble perversión y ambigüedad sexual del
varón, no he descubierto nada nuevo, sino algo conocido incluso
por la cultura escolástica; pero esta última ha hecho
como si lo ignorase, evitándose deducir con ello
conclusión alguna. b) {Esta locura
transgenerista hay que pararla, porque las personas más
damnificadas son las más vulneradas por este sistema, personas
con problemas de salud mental, mujeres, niñas y niños. Y
en un sistema patriarcal, adultocrático y muy normativo que no
solo no les da voz sino que ni tan siquiera se preocupa por sus
necesidades, tendremos que ser las feministas, una vez más, las
primeras en dar batalla, porque nuestro futuro está en juego, no
solo nuestro futuro como mujeres, sino como sociedad. Ya avisamos con
la ley del “Solo si es si”, nos dijisteis que no iba a
pasar y ya está pasando. No actuemos demasiado tarde.} Pues, lo que debería alertarnos
permanente y constantemente, sería no caer en la finalidad que
persigue el transexual ecuménico perverso patriarca de debatir
partes o sectores de su discurso homogéneo
“transgenerista” sin fisuras. El transexual
ecuménico perverso patriarcado es el amo. Amo que condiciona
presente y futuro de lo femenino. La “habilidad” del
patriarca, dueño del lenguaje y pensamiento femenino traslada el
debate de sus “realizaciones” a la ciudadanía.
Habilidad del transexual ecuménico perverso patriarcado en su
perverso accionar controlador de los organismos formales, que provoca
una especial maquinación donde su discurso de efectiva
consistencia “transgenerista”, es “desgranado”
y lo “tira” desunido para que se haga cargo el feminismo.
El transexual ecuménico perverso patriarcado acciona, ejecuta y
crea un ensamble de víctimas y victimarios en un discurso
“transgenerista” coherente, que luego desensambla y lo tira
parcializado al feminismo para el enredo “leguleyo”, con el
fin de lograr enfrentamientos contradictorios. El transexual
ecuménico perverso patriarcado no dejará de imponer sus
“reglas” y así que no podamos reconocer la
peculiaridad ni la selección de elementos emergentes en su
compacta ideología, que se adapta a las primaveras
democráticas conformando nuevas y útiles unidades como la
constitución de elementos comunes intermedios para perfeccionar
su poder, con la ley del “Solo si es si”. Señalo en mi Ciencia de lo
femenino (Femeninologia) cuanto tenemos que aprender, sobre la
estructura de la relación de la mujer con la verdad como causa,
en la imposición del transexual ecuménico genocida
perverso patriarcado incluso en las primeras decisiones de la simiesca
horda primitiva.
El sentido y la verdad del feminismo, es la derrota del varón; perverso irresoluble y ambiguo sexual Un travesti no es una mujer Lo femenino es el camino Buenos Aires Argentina 14 de febrero de 2023 Osvaldo V. Buscaya (OBya) Psicoanalítico (Freud) *Femeninologia *Ciencia de lo femenino Psiquiatría crítica y transgenerismo
*
Candela Aguilar 21 de noviembre de 2022
Como ya defendí en otro
artículo, la ideología transgenerista ha penetrado con
fuerza en los movimientos de activismo por la salud mental, aquellos
que defienden los postulados de una psiquiatría crítica
centrada en las necesidades del paciente y no tanto en el
diagnóstico.
Pero lo más sorprendente de
todo esto es que el transgenerismo y la psiquiatría
crítica son tan contrarios como juntar el agua y el fuego y en
este artículo quiero poner sobre la mesa datos que corroboren lo
que defiendo.
el transgenerismo y la psiquiatría crítica son tan contrarios como juntar el agua y el fuego
En primer lugar, me sorprende el hecho
de que cualquier grupo de autoayuda en activismo por la salud mental
que se precie, en la actualidad, para parecer transgresor o rupturista
utiliza un neolenguaje que lejos de ser inclusivo es tremendamente
misógino, está contribuyendo al borrado de las mujeres y
tampoco favorece a la desestigmatización de la salud mental o a
un cambio de paradigma en la atención que se ofrece a las
personas con un diagnóstico.
¿Qué se entiende por
despatologización en las corrientes de la psiquiatría
crítica? Lo que se entiende es cambiar el enfoque
biomédico por un bio-psico-social, en el que todo el peso del
proceso de recuperación no recaiga solo en la búsqueda
diagnóstica o de tratamiento farmacológico, sino
también en las propias características de la persona y
sus necesidades. Uno de los principales problemas que tiene el
ámbito de la salud mental es la “injusticia
diagnóstica” o la utilización de los
diagnósticos como herramienta de represión social.
El DSM V, como cualquier manual
diagnóstico no solo responde a las necesidades de clasificar las
enfermedades por unas determinadas características, sino
también a los intereses del lobby farmacéutico en crear y
tratar nuevas enfermedades, y si encima son crónicas y van a
necesitar de un tratamiento de por vida, mejor aún (¿os
va sonando?). Entiende que la mayor parte de los malestares
psicológicos son producto de la sociedad y del sistema y no
tanto problemas a nivel neurológico, ya que en la mayoría
de las ocasiones ni tan siquiera podemos señalar si falla algo o
qué falla en el cerebro de las personas con algún tipo de
malestar. Al entenderlo como enfermedad ponemos el énfasis en
factores físicos, convirtiendo en pasivo al sujeto frente a su
historia de vida y por lo tanto también, para las posibles
soluciones.
Como se puede comprobar, en
ningún momento se niega la existencia del diagnóstico,
porque no se puede negar la existencia de un problema o malestar, sino
que se pide cambiar de enfoque, tanto en la atención como en la
percepción acerca de la salud mental, así como de la
comprensión de las categorías diagnósticas. Para
que, por un lado, no se perciban como sentencias de muerte y por otro
que no supongan categorías estancas en las que parece que se
entra, pero no se puede salir jamás. Se busca un trato
humanizante, acabar con las sedaciones involuntarias, los ingresos
forzosos, la sobremedicación, las contenciones… que se
empiece a escuchar a las y los pacientes así como sus demandas y
necesidades, que no se les invisibilice ni infantilicen sus discursos.
Que sean colocados en el centro de su proceso de mejora, en vez del el
diagnóstico y la medicación.
en ningún
momento se niega la existencia del diagnóstico, porque no se
puede negar la existencia de un problema o malestar, sino que se pide
cambiar de enfoque,
En países como Noruega (aunque
lo de compararnos con otros países de Europa no me gusta nada)
ya hay lugares que atienden a personas que se encuentran en crisis,
donde no se administran fármacos. Centros donde personas con
problemas de salud mental que sufren alguna desestabilización
pueden ir a tratarse sin que eso suponga poner en pausa interrumpir su
vida con internamientos largos en Hospitales Psiquiátricos,
sobremedicación en la mayoría de los casos y poca
terapia. Lugares donde a base de un acompañamiento respetuoso
con las personas y su sufrimiento, con la escucha como centro de la
atención, puedan delirar sin sufrir, para entenderse y entender
lo que les pasa sin juzgarse ni ser juzgados. Un lugar donde en muchas
ocasiones no acallar las voces, sino escucharlas para ver lo que les
dicen, porque muchas veces esas voces forman un relato que puede llegar
a explicar qué les está pasando y qué les
está provocando sufrimiento y malestar.
Pero, ¿todo esto que tiene que
ver con la despatologización transgenerista? Nada. Solo nos
venden la tiranía de los diagnósticos y la necesidad de
huir de ellos, como si demonizar el diagnóstico sirviese para
ayudar a las personas a aceptarse, escucharse y entenderse. Como si con
negar su existencia consiguiésemos aliviar algo del malestar o
ayudáramos a su superación. Además,
¿qué sentido tiene negar un diagnóstico pero no su
tratamiento? Es tremendamente peligroso para las personas que sufren,
porque no les damos ningún tipo de apoyo o ayuda, sino que las
abandonamos a su suerte, las medicamos y las instamos a que modifiquen
su cuerpo con la falsa promesa de la felicidad. Les engañamos
diciendo que ese malestar que sufren desaparecerá por arte de
magia cuando por fin habiten “su” cuerpo. Y personas con
malestares psicológicos son profundamente vulnerables a este
tipo de discursos ya que intentan buscar en ellos una salida
fácil que les haga entender qué les sucede y una
solución también fácil, que no va a suponer luchar
a diario con el diagnóstico y la enfermedad.
Personas con ideaciones suicidas, con
ideas autolíticas o con otros problemas de salud mental que
piensan que la transición les va a aliviar de todos sus males se
encuentran solas, alentadas a iniciar procesos que no tienen vuelta
atrás con falsas promesas, que en el peor de los casos, pueden
agravar estas situaciones. ¿Sabéis lo peligroso que es
abandonar a su suerte a estas personas? En vez de tratar a las personas
por lo que sufren, y ayudarlas a buscar las causas de su sufrimiento,
las medicamos y les hacemos creer que el sexo se elige y que todos,
absolutamente todos sus problemas desaparecerán si inicia la
transición médica.
Esta locura transgenerista hay que
pararla, porque las personas más damnificadas son las más
vulneradas por este sistema, personas con problemas de salud mental,
mujeres, niñas y niños. Y en un sistema patriarcal,
adultocrático y muy normativo que no solo no les da voz sino que
ni tan siquiera se preocupa por sus necesidades, tendremos que ser las
feministas, una vez más, las primeras en dar batalla, porque
nuestro futuro está en juego, no solo nuestro futuro como
mujeres, sino como sociedad. Ya avisamos con la ley del “Solo si
es si”, nos dijisteis que no iba a pasar y ya está
pasando. No actuemos demasiado tarde.