Por Antero Flores-Araoz
Entre los muchos monumentos, plazas, avenidas y parques que conmemoran y recuerdan al Gran Almirante Miguel Grau Seminario, el reconocido Caballero de los Mares en el mundo entero, tenemos al óvalo Monitor en la avenida Javier Prado Este, que si bien es vía metropolitana, parte del óvalo corresponde a la jurisdicción de La Molina y la otra parte a Surco.
Sobre el óvalo Monitor Huáscar discurre una vía elevada recientemente puesta en servicio. Para la reinauguración del óvalo, se volvió a instalar el monumento a Grau, se iluminó la plaza, se colocaron plantas ornamentales y se embelleció la plazuela, además de colocarse la semaforización. Lo que no se hizo, siendo incomprensible, es iluminar la efigie de don Miguel Grau.
Bueno pues, han pasado algunos meses, y el tristísimo espectáculo que observamos del óvalo mencionado, es la conjunción de la dejadez municipal en varios aspectos. Por ejemplo, los semáforos funcionan sin regularidad, al igual que las luces de peligro para no chocar con el muro divisorio de la vía elevada y la tradicional. Las luces de la plaza oval funcionan a veces si a veces no, tampoco se limpiaba la plazuela, se advertía basura, papeles y plásticos por doquier y, encima los jardines no eran mantenidos desde hace buen tiempo.
¿A quién corresponde corregir las deficiencias mencionadas? A Lima, pero lo que sí se puede enfatizar es la dejadez de nuestras autoridades locales, que no hacían nada para corregir los defectos en cuestión.
Dice el refrán que “escobita nueva barre bien”, por lo que había esperanza que las nuevas autoridades hiciesen correctivos. No señor, y no nos referimos a los alcaldes que no pueden estar en todo, sino a funcionarios que no tienen compromiso ni apego por la ciudad a la que se supone debían servir y de la que perciben sus remuneraciones.
Varias de las anomalías serían bastante fáciles de corregir. Por ejemplo, la luz, que para reponerla solo se necesitaría una llamada a la empresa distribuidora del servicio eléctrico. Los semáforos, podrían volver a funcionar regularmente, si es que se le dan las órdenes a quienes están obligados a su mantenimiento. La limpieza se la podrían dividir entre los dos distritos mencionados anteriormente, al igual que el riego, que los municipios responsables podrían organizar con un cronograma de regadío para compartir y facilitar la tarea.
Nuestra Marina podría tomar cartas en el asunto, y en beneficio de la memoria de don Miguel Grau, exigir la iluminación del monumento. Iluminaron plantas, pero no al legendario marino. ¡Qué tal incongruencia!
Ante tanto desastre, causó gratísima sorpresas, ver a camiones cisterna de las Municipalidades de Santiago de Surco y La Molina, así como a personal de limpieza de dichos municipios, haciendo lo que desde hacen varios meses no se hacía en el óvalo. Al César lo que es del César y a los alcaldes Bruce y Uceda pues gratitud. Tomaron el guante y pusieron correctivos, sea o no responsabilidad total o parcial de sus distritos. ¡Bravo por ello!