CALAVERAS DE PERROS
Iba yo con un amigo paseando la senda del río Carrión en un lugar de Palencia muy cercano a Perales; desde donde salimos.
Él me iba diciendo que su amo, un agricultor ganadero, le era muy fiel a su esposa, cuando él había gozado de la señora poniéndole los cuernos.
-No me digas. ¿Y cómo fue?
-El ama me dijo, en una tarde de siesta, que me metiese debajo de la cama hasta que se durmiese su marido; estándolo ya, y teniéndole ella asido de la mano, despertó el marido y le dijo que el mozo la había requerido para hacer sexo con ella; que ella le dijo que sí, que la esperara en el corral; que él se vistiese los vestidos de ella, y, vestido de mujer, fuese a esperarle y le castigase como bien se merece.
El buen hombre, complaciente, fue engañado. Cuando él marchó al corral esperando al mozo; el mozo, o sea yo, entré en la cama, haciendo sexo con ella “a lo burro”.
-¿Qué sucedió después, amigo?
-Habiendo negociado con la señora que iba a ir con un garrote mostrándome como un buen servidor del señor, aparecí en el corral con malos humos, apaleando al amo que estaba vestido con la saya de la señora, diciéndole:
-¡Bellaca¡ ¿A mi señor le había de hacer yo tal cosa y agravio , y usted traición?
El hombre, vestido de mujer, se encogía y gemía, diciendo:
-Por favor, no me des siempre en la cabeza. Dame en otras partes.
Yo le conteste:
-Todo se andará, puta.
-Me dejas de piedra, amigo. El amo tras de cornudo, apaleado. ¡Madre mía¡
-Sí, ¡y ambos satisfechos¡
Había terminado mi amigo de contestar esto, cuando vimos un montón de calaveras, unas sobre otras, junto al puente romano semiderruido de Velilla del Río Carrión.
-¿Y esto?
-Aquí traen sólo las cabezas de los perros que son sacrificados, y que no tienen chip, por la noche.
-¡Ah¡ Por eso se dice por aquí que “no hay noche sin cabeza de perro”, ¿No?
-Sí.
-Daniel de Culla