¡ Cuánta dicha y cuánta tristeza juntas!
El cielo, y el infierno en terrible derrota:
Nacer y empezar a morir al propio instante,
la tierra en una sola nebulosa oscura,
una línea cortante, un solo punto,
y después el vacío de mi delirio,
palpando la mentira de vivir;
si somos o no somos, en confuso teorema,
si vamos o pasamos solamente,
si vida y muerte se confunden,
y sólo el pensamiento compasivo
me dice con piadosa majestad:
---Hoy ya es ayer, y el mañana es un hoy;
el instante presente ya agoniza;
sólo estamos girando en la misma constante
disfrazada de cambio.
La rosa que hoy adorna tu jardín
orgullosa y altiva, lleva dentro de sí
sus lánguidos despojos,
y él también como los lirios rojos
abrazado a la luz se mustiará.
Pero yo pienso con ingenua dicha:
¡Seremos uno bajo la cómplice
fecundidad de nuestra tierra!