No escribo poemas por encargo. Las palabras no se prostituyen, no se venden… Escribo por perversión, por exhibir mi basura frente a la gente. Nunca me llevaran los versos a otro espacio que no sea el que forjé con mis manos.
Los poemas no son una escalera para trepar al cielo. Los versos han de ser vigorosos y de pura sangre, como esos bisontes que corren sin dueño por la sabana…
No intentes seducirlos, morirían de engaño, de disimulos, de indiferencia. La poesía no habita en la casa común de las palabras. Búscale en los prolongados insomnios, en los rastros de ceniza de tus derrotas, en los piélagos de sangre donde te vences.
La vida es un rincón para el gozo y la carne, una colilla cayendo apagada sobre un brasero, una sonrisa a cambio de un agasajo.
La poesía es otra cosa.
YASMÍN SIERRA MONTES