Elfo y Emilia los mendigos
Hubo una vez unos mendigos de una importante ciudad visitada por turistas. Esta era un puerto de clima caliente donde llegaban mercaderes con variados productos por lo tanto, había mucha actividad económica, social y tráfico de influencia, delincuencia y bandas, que controlaban a la sociedad. Elfo, era su nombre, de cabello de oro, nariz celestial. Vestía de harapos y gorra, para evitar una insolación. Todos los días religiosamente se iba a la esquina del edificio de un banco con su compañera Emilia, quien también tenía como traje la misma moda, con iguales patrones faciales, de piel blanca que no se podía apreciar su bella por la mugre y la gorra roja en su cabeza. De lunes a viernes trabajaban en horario del banco y muy puntuales. Su almuerzo, sándwich, un termo con jugo, que preparaban y ahí en ese lugar se alimentaban. Parecía fácil todo sin embargo, les exigía perseverancia y puntualidad al mendigar, como cualquier trabajo con responsabilidad.
La limosna en caja de cartón puesta en el piso, las personas de la banca que a diario pasaban por ese lugar eran para ellos familiares. Un delincuente se les acercaba para vacunarlos, es decir, para cobrarles por el sitio público como un impuesto, era una banda de tráfico de influencia mafiosa que rendían cuentas a la Oficina de Mendigos de la ciudad, como unas sanguijuelas. Tenían su día preciso para la delincuencia sigilosa, y los silenciaban a base de amenazas.
Entonces, en qué invertían su fortuna Elfo y Emilia; llegaba el fin de semana, se transformaban en otras personas que bañados, perfumados y con elegantes trajes, sentían tener derecho a disfrutar también de los placeres de la vida con viajes, tragos, buena comida y se relacionaban con aristócratas.
R. Escandón.
Elf and Emily the beggars
Once upon a time there were some beggars in an important city visited by tourists. This was a port with a hot climate where merchants arrived with various products, therefore, there was a lot of economic and social activity and influence peddling, crime and gangs that controlled society. Elf, was his name, hair of gold, heavenly nose. He was dressed in rags and a cap, to avoid sunstroke. Every day religiously went to the corner of a bank building with his partner Emily, who also had the same fashion as a suit, with the same facial patterns, of white skin that could not be appreciated due to the dirt and the red cap in your head. From Monday to Friday they worked during bank hours and very punctual. Their lunch, a sándwich, a thermos with juice, which prepared and there in that place they ate. Everything seemed easy, however, it required perseverance and puntuality when beggin, like any job with responsibility.
The alms in a cardboard box placed on the floor, the people from the bank who passed trough that place every day were familiar to them. A delinquent approached vaccinate them, that is, to charge them for the public place as a tax, it was a mafia-influenced trafficking gang that reported to the city´s Bureau of Beggars, like leeches. They had their precise day for stealthy crime, they were silenced by threats.
So, what did Elf and Emily, invest their fortune in; the weekend arrived, they transformed into other people who bathed, perfumed and with elegant suits, felt they had the right to also enjoy the pleasures of the life, drinks, good food and realated to aristocrats.
Ralph Escandón.